Los derechos lingüísticos de los pueblos originarios y la garantía del acceso a la justicia
Abstract
El presente trabajo de investigación nace del orgullo de pertenecer a una familia rica en cultura e identidad cultural; pues quien ha elaborado esta tesis al crecer junto a sus abuelos pudo identificarse con una historia familiar de distintos orígenes, lo que hizo nacer en ella la atracción, desde niña, por la diversidad étnica de la que goza el Perú.
La madre de la autora, quechuahablante, llegó a Lima a los 13 años en busca de una mejor calidad de vida; sin embargo, encontró un lugar nada cálido que empleaba los calificativos de “serrana” o “chola” como insulto al escuchar la lengua en la que se expresaba. En ocasiones la tildaban de “terrorista” puesto que en los años 80 estaba instalada esa sospecha sobre muchas personas que proviniesen de los Andes. A los pocos días de llegar a la capital asumió que no podía seguir expresándose en su idioma originario -el quechua-, lo que la obligó a perfeccionar la lengua que años atrás había escuchado de algún tío lejano, para lograr así encajar en la pauta lingüística de las personas aceptadas en su nuevo ámbito sociocultural.
La abuela y la madre de quien escribe estos párrafos, ambas quechuahablantes, sostenían siempre conversaciones en ese idioma que no le fue enseñado y que, por ello, provocaba mayor curiosidad. Un maestro consultado al respecto fue quien le daría una lección inolvidable pues le explicó que el Perú era un país privilegiado al existir una variedad de lenguas que reflejaban su diversidad y riqueza cultural.